Cómo ve una persona con baja visión y las soluciones disponibles

La baja visión es una condición que implica una reducción significativa de la capacidad visual, que afecta a diferentes aspectos de la vida de una persona.

Cómo ve una persona con baja visión: una visión general

La realidad visual de una persona con baja visión es significativamente diferente a la de una persona con visión normal. Estas diferencias pueden variar en función del grado de baja visión, pero existen algunas características comunes que influyen en su percepción del mundo.

  • Visión borrosa y desdibujada: una de las principales dificultades a las que se enfrentan las personas con baja visión es la visión borrosa. Esto implica que los objetos, tanto cercanos como lejanos, aparecen borrosos o indistintos. Este tipo de trastorno visual puede dificultar tareas simples como leer o reconocer caras;
  • Dificultad para distinguir los colores: algunas personas con baja visión pueden tener dificultades para distinguir entre colores específicos, o los colores pueden parecer menos vivos. Este impacto en la percepción de los colores puede variar desde una ligera dificultad para distinguir matices similares hasta una distinción de los colores casi ausente;
  • Adaptación a los entornos: el entorno juega un papel crucial en la calidad de la visión para las personas con baja visión. La luminosidad y el contraste de un entorno pueden influir enormemente en su capacidad de ver. Por ejemplo, una luz intensa puede causar deslumbramiento o dolor en los ojos, mientras que una iluminación escasa puede hacer casi imposible la visión;
  • Uso de ayudas visuales: para hacer frente a estas dificultades, las personas con baja visión a menudo recurren a diversos ayudas visuales. Estos pueden incluir gafas con lentes especiales, lupas, filtros que mejoran el contraste o reducen el deslumbramiento, y tecnologías de asistencia digitales como ampliadores de pantalla o lectores de pantalla;
  • Adaptación diaria: las personas con baja visión deben adaptarse constantemente para realizar actividades cotidianas. Pueden requerir más tiempo para acostumbrarse a nuevos entornos o requerir ayuda para navegar en espacios poco familiares. Incluso tareas simples como leer, usar un ordenador o cruzar la calle pueden requerir estrategias adaptativas o el uso de ayudas.

 

Comprender la realidad visual de las personas con baja visión es fundamental para desarrollar una mayor empatía y conciencia de los desafíos a los que se enfrentan cada día. Esta conciencia puede también guiar el desarrollo de mejores soluciones de apoyo y entornos más inclusivos.

Grados y clasificaciones de la baja visión

La clasificación de la baja visión se basa en la gravedad de la reducción de la agudeza visual y del campo visual. Estos grados varían significativamente, influyendo de diferentes maneras en la vida de quienes la padecen.

  • Baja visión leve: en este grado, el individuo tiene una agudeza visual (agudeza visual) ligeramente reducida. La persona con baja visión leve puede tener dificultades para ver detalles finos, pero en general puede realizar la mayoría de las actividades cotidianas sin ayudas significativas. Este grado de baja visión a menudo requiere el uso de gafas correctoras o lupas para actividades específicas, como la lectura o el uso de dispositivos electrónicos;
  • Baja visión moderada-grave: en esta categoría, la agudeza visual está más comprometida. Las personas en esta clasificación a menudo no pueden leer el texto estándar incluso con el uso de gafas normales y pueden tener dificultades para reconocer caras o navegar en entornos no familiares. Las ayudas como lupas más potentes o dispositivos electrónicos especializados pueden ser necesarias;
  • Baja visión grave: este es el grado más grave de baja visión, donde la agudeza visual está extremadamente limitada. Las personas con baja visión grave pueden ser capaces de percibir solo la luz, las sombras o el movimiento, pero no son capaces de ver formas definidas. Su capacidad para realizar actividades cotidianas de forma independiente está significativamente reducida, y a menudo dependen de una combinación de ayudas visuales y no visuales, como bastones guía o asistencia humana.

 

En todos estos casos, el diagnóstico preciso y la clasificación de la baja visión son esenciales para proporcionar el apoyo y las ayudas adecuadas. La gestión y la adaptación a la baja visión requieren un enfoque personalizado, que tenga en cuenta las necesidades y capacidades específicas del individuo. Esto puede incluir la evaluación por parte de profesionales de la visión, el uso de tecnologías de asistencia, y el apoyo para el desarrollo de habilidades de vida independiente.

Defectos visuales y baja visión: miopía e hipermetropía

Los defectos visuales como la miopía y la hipermetropía pueden tener un impacto significativo en la baja visión, influyendo de diferentes maneras en la capacidad visual de una persona.

  • Miopía y baja visión: la miopía, o vista corta, es una condición en la que los objetos cercanos se ven claramente, mientras que los distantes aparecen borrosos. En presencia de baja visión, la miopía no corregida puede agravar aún más la dificultad de ver de lejos. Esto puede limitar la capacidad de una persona de realizar actividades que requieren una buena visión a distancia, como conducir o reconocer señales de tráfico. Además, una miopía grave puede aumentar el riesgo de desarrollar otras complicaciones oculares, que pueden empeorar aún más la visión;
  • Hipermetropía y baja visión: la hipermetropía, o vista larga, es una condición que se caracteriza por la dificultad de ver claramente objetos cercanos, mientras que la visión a distancia permanece relativamente normal. Para las personas con baja visión, esto puede complicar actividades como la lectura, el uso de dispositivos electrónicos o cualquier tarea que requiera una visión cercana. La hipermetropía también puede causar fatiga ocular, dolor de cabeza y dificultad de concentración, especialmente cuando se realizan tareas que requieren una visión detallada de cerca;
  • Gestión y corrección: es importante que las personas con baja visión que padecen miopía o hipermetropía reciban una evaluación y una corrección visual óptima. El uso de gafas o lentes de contacto correctivas puede mejorar significativamente su calidad de la visión y reducir el exceso de carga visual. En algunos casos, pueden recomendarse terapias visuales o intervenciones quirúrgicas para corregir el defecto refractivo;
  • Relevancia en la vida cotidiana: la corrección adecuada de la miopía y la hipermetropía puede suponer una gran diferencia en la vida cotidiana de las personas con baja visión. Mejorando la claridad de la visión, tanto de cerca como de lejos, se pueden reducir significativamente los obstáculos y los desafíos a los que se enfrentan cada día.

Ausilios para personas con baja visión

Los auxiliares para personas con baja visión son herramientas esenciales que ayudan a mejorar la visión en quienes sufren una reducción de la agudeza visual. Estos dispositivos están diseñados para optimizar la visión residual y aumentar la independencia en las actividades cotidianas. Entre los auxiliares más comunes se encuentran:

  • Gafas telescopicas: estas gafas están equipadas con lentes especiales que magnifican los objetos, haciéndolos más fáciles de ver para las personas con dificultades visuales. Son útiles en particular para ver detalles a distancia, como señales de tráfico o el rostro de una persona;
  • Lentes filtrantes: las lentes filtrantes pueden mejorar el contraste y reducir el deslumbramiento, dos problemas comunes en la baja visión. Pueden ser especialmente útiles en entornos con iluminación intensa o para personas con sensibilidad a la luz;
  • Sistemas telescopicos: estos sistemas son similares a las gafas telescopicas pero ofrecen un campo visual más amplio. Se utilizan para actividades que requieren una visión detallada tanto de cerca como de lejos.

Hipermetropía y astigmatismo: impactos en la baja visión

La hipermetropía y el astigmatismo son dos defectos visuales que pueden influir negativamente en la visión de una persona con baja visión, añadiendo más desafíos a su ya comprometida capacidad visual.

  • Hipermetropía: este defecto visual se produce cuando el ojo no puede enfocar correctamente los objetos cercanos. Para una persona con baja visión, esto significa que las dificultades en la visión cercana, como la lectura o el trabajo en una pantalla, pueden amplificarse. Las personas con hipermetropía pueden encontrar especialmente agotador realizar tareas que requieren una visión detallada de cerca, lo que lleva a un aumento de la fatiga visual y de la dificultad en la ejecución de actividades cotidianas;
  • Astigmatismo: el astigmatismo provoca una visión distorsionada o borrosa debido a una curvatura irregular de la córnea o del cristalino. Esto puede conducir a una visión borrosa tanto de cerca como de lejos. Para las personas con baja visión, el astigmatismo puede hacer que sea aún más difícil la focalización en textos u objetos, independientemente de la distancia, y puede complicar aún más la orientación y la movilidad.
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